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CÓMO PONER LÍMITES EN LA ALIMENTACIÓN

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Cómo poner límites en alimentación

Aprender cómo poner límites en la alimentación cuando estamos con personas que nos ofrecen comida por educación social, nos hará sentir mejor con nosotras mismas y con nuestro entorno. 

Basado en una historia real

Recuerdo una conversación que tuve hace años con una chica en el gimnasio. 

Casada y con un hijo, me contaba que los tres tenían elevado sobrepeso y que, aunque ella intentaba que su alimentación fuera sana, se encontraba con muchas dificultades.

Su marido y su hijo no querían ni ver la fruta y verdura, sino que querían fritos, carne y postres. Por otro lado, cada domingo tenían por costumbre ir a comer a casa de su suegra, que preparaba platos muy altos en aceite. 

Además, su suegra siempre les tenía preparado un bizcocho para que, se lo llevasen a casa. Recuerdo que ella me dijo: “Es que yo no quiero que nos haga el bizcocho, pero ¿Cómo le digo que no? Mas cuando mi marido y mi hijo están encantados y me montarían una bronca de miedo si lo rechazo”.

Le hice varias preguntas:

  • ¿Puedes decirle a tu suegra que no te lo haga? – Se enfadará y no quiero que se ofenda
  • ¿Y que tal si te lo llevas y luego lo tiras? – Mi marido y mi hijo me matan
  • ¿Qué pasaría si le pides que os prepare otra cosa?- Es que a ella le hace ilusión prepararnos el bizcocho
 

Esta chica sentía que tenía un gran problema sin solución aparente, por el miedo a decir “no, gracias” y mantenerse firme para no entrar en controversia con el resto de la familia. 

Lo único que sentía que le quedaba era resistirse todo lo que su propio deseo del dulce le permitía, para no comer demasiado bizcocho. Eso, e ir al gimnasio.


La dificultad de comer saludable

Es comprensible la gran dificultad que supone mantener una alimentación saludable cuando tu entorno no acompaña.

Cuando hablamos de aprender a cómo poner límites en la alimentación, hay dos aspectos a tener en cuenta: La limitación propia y la limitación ajena.

La limitación propia se refiere a las fronteras que decidimos establecer para nosotros mismos. Nos ponemos nuestros propios límites. Límites que escogemos no traspasar, por que no queremos vivir la experiencia de lo que significa pasar al otro lado. 

Un alcohólico decide no beber alcohol bajo ninguna circunstancia porque sabe que, si traspasa ese límite, al otro lado le espera el descontrol. 

Una persona adicta a las tragaperras, establecerá su límite en guardar sus monedas en el bolsillo cuando le devuelven el cambio en un bar, para no introducirlas en la máquina, sabedora de que, tras la primera moneda, luego van todas las demás.

La limitación ajena trata de hacer respetar nuestros límites

Una vez hemos determinado nuestros propios límites, es saber transmitirle al otro con firmeza un “NO, GRACIAS” cuando una persona nos invita a acompañarle en su proceso de consumo, y si es necesario, repetírselo cuando la persona insiste. 

En el artículo QUE LOS SABOTEADORES EXTERNOS NO TE PERJUDIQUEN explico el tema de las personas insistentes con más detalle. 


Con la comida es diferente

Estaríamos hablando del alcohólico diciendo “no, gracias, no bebo nunca” a una invitación de vino o cerveza, por ejemplo. O bien del consumidor de tragaperras diciendo “no, gracias, ya no juego” cuando otro jugador le propone participar.

En el caso de la comida, sin embargo, la situación se complica mucho, ya que el ofrecimiento de comida es un acto establecido en todas las culturas del mundo, y rechazarlo puede considerarse ofensivo, aunque en la cultura en la que vivimos nosotros, existe bastante flexibilidad.

Cuando hemos decidido firmemente que queremos comer de una forma saludable, sin excepciones sociales, es cuando llega el momento de prepararse para responder ante los ofrecimientos con los que nos encontraremos en el camino.

 

Ámbitos habituales

Es muy frecuente que en el ámbito laboral, los compañeros traigan bollería para celebraciones, consuman en sus mesas galletas, patatas fritas u otros productos y te los ofrezcan (además del olor que emiten estos productos, que incitan a su deseo), o bien, te propongan ir a tomar unas cervezas al finalizar el día.

Por otro lado, en el ámbito familiar, ocurre mucho que las madres preparan “tuppers” y bizcochos a sus hijos/hijas, mientras que las suegras preparan pasteles, o bien que las visitas de familiares se acompañen con galletitas o bombones, por no hablar de las comidas de los domingos, que van con pica-pica abundante, plato fuerte y postre etc.

En el ámbito social, normalmente las quedadas con amigos suelen ir desde consumir tapas, hamburguesas con patatas, salidas al cine con palomitas, café y bocata, pizza… hasta quedar para una cena en toda regla y luego ir de copas.

Entonces, ¿Qué hacer ante estas situaciones? ¿Cómo responder cuando intentas conciliar vida social con alimentación saludable?

No hay respuestas genéricas, ya que cada situación personal es distinta. 

 

Cómo poner límites en la alimentación

No solo se trata de como responder ante las demás personas, sino, sobre todo, ante nosotros mismos, cuando intervienen diversos factores que nos sabotean de inmediato, como sería el ver los alimentos, el olerlos o incluso el “oírlos”, como ocurre, por ejemplo, con el pan crujiente. 

Estos factores provocan que nos apetezca de inmediato comer aquello y no otras opciones. La mente inmediatamente encuentra excusas con las que convencerse.

Lo más conveniente sería alejarse de estas situaciones lo máximo posible. 

También ayuda el relacionarse con otras personas a través de actividades que no impliquen consumir. 

Si hay confianza, es bueno compartir con ellos tus inquietudes con la comida y tus pretensiones de cambiar a mejores hábitos, pidiendo su colaboración o invitándoles a ayudarte no ofreciéndote comida ni poniéndola a tu alcance. 

En situaciones de invitaciones, siempre puedes optar por decir que “por motivos de salud, prefieres no tomarlo”.

 

Una propuesta diferente

¿Imaginas qué pasaría si alguien te invitara a merendar una fruta y una taza de bebida vegetal con café de cereales? ¿O qué pasaría si te añadiera una tostada de pan de centeno con aguacate y tomate? 

Pasaría que esta persona te estaría cuidando y tu estarías encantada de aceptar, ya que entraría dentro de tus nuevos hábitos. Sin embargo, ¿Qué cara pondrían la mayoría de tus amigos o familiares, si les invitases a merendar fruta y bebida de avena con café de cereales? ¿Qué crees que te dirían?

El cambio de hábitos alimentarios es un camino lleno de vivencias y retos más allá de lo estrictamente nutricional. Aprender a tropezar mientras una se adapta a su nueva forma de vivir con la comida, forma parte del aprendizaje en sí mismo.


 

*Si has vivido alguna situación similar, y deseas compartirla de forma totalmente anónima en el blog, no dudes en enviarme un e-mail a info@anahuguet.com contándome tu historia. Muchas gracias. CÓMO

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