Hoy comienzo con una breve mención de mi historia personal, aunque si queréis saber más sobre como viví y como gestioné mis años sufriendo mi trastorno con la comida, os invito a que visitéis la pestaña CONÓCEME en esta misma web.
Mi experiencia personal
Durante mi adolescencia y juventud, y hasta los 33 años, yo sufrí de un trastorno de la alimentación, sin saberlo.
A diferencia de lo que ocurre ahora y desde hace bastantes años, en su momento, este era un tema que para mí era totalmente desconocido, puesto que nadie jamás lo había mencionado, no se hablaba de ello en los medios, por lo que, quienes lo sufríamos, lo hacíamos en silencio, desde la ignorancia, creyendo que ese problema solo te pasaba a ti.
Visibilidad
Actualmente, hay mucha más información, así como muchos testimonios de personas que lo sufren y cuentan su experiencia de recuperación.
Sin embargo, yo, que suelo seguir atentamente estos programas divulgativos, me he dado cuenta, de que siempre están enfocados a las personas entre la adolescencia y los tempranos 40 años.
Así, que yo me pregunto: ¿Y qué pasa con todas estas personas que ya pasamos de los 50 años, que no obtuvimos información ni ayuda en nuestros años tempranos, y que ahora somos completamente ignoradas por los medios de información y por los nutricionistas y dietistas que ofrecen sus servicios para ayudar a personas con problemas de alimentación?
Las mujeres de 50 también sufren
Yo decidí hacerme dietista, (ya era naturópata) para acercarme a todas esas personas que estaban siendo obviadas.
En mis conversaciones con muchas mujeres de entre 45 y 60 años, me encuentro muy a menudo que la gran mayoría reconoce que tienen hábitos alimentarios perjudiciales, pero que no hacen nada al respecto, excepto seguir una dieta tras otra, en la permanente búsqueda de la pérdida de peso, a pesar de que les provoca infelicidad y vergüenza, además de perjudicarles la salud física.
Es una brecha generacional que ha vivido los trastornos alimentarios y los malos hábitos sin información ni ayuda de ningún tipo.
Personas que, ya desde jóvenes, se han escondido para comer, se han avergonzado de ello, se lo han negado a sí mismas o nunca han hablado de ello, y jamás han pensado de que se tratara de una “enfermedad”, de un trastorno, y por lo tanto, nunca se han planteado solicitar ayuda profesional.
Hoy en día, los problemas y trastornos con la alimentación son mucho más conocidos, pero se enfocan a generaciones más jóvenes.
Parece que se deja de lado a las generaciones con más edad, como si ya fuera tarde para ellas o tuvieran que tenerlo superado ya, como por arte de magia.
Y no es así.
Ellas también sufren, tanto de su propia dependencia como de los efectos de las relaciones sociales que siempre involucran comida de bajo valor nutricional.
Cada generación tiene derecho a recibir apoyo, consuelo y ayuda si lo necesita y lo pide.
Nunca es tarde para cambiar los hábitos y costumbres adquiridos. Nunca es tarde para hablar y ser escuchada. Nunca es tarde para pedir y recibir ayuda.
*Si has vivido alguna situación similar, y deseas compartirla de forma totalmente anónima en el blog, no dudes en enviarme un e-mail a info@anahuguet.com contándome tu historia. Muchas gracias.