Si preguntas a un grupo de personas si saben escuchar, todas levantarán la mano. Si preguntas si practican la escucha activa, todas te dirán que sí. Sin embargo, si les preguntas si se sienten escuchadas por su entorno en momentos de necesidad emocional, la mayoría te dirán que no. Entonces, si todas las personas afirman saber escuchar, pero al mismo tiempo aseguran que no se sienten escuchadas, ¿Qué es lo que falla?
El problema radica en el concepto erróneo que tenemos sobre lo que realmente es la escucha activa.
Para que una persona pueda ofrecer una escucha activa, tiene que haberse formando y entrenado para ello. La escucha activa no es algo innato en las personas.
¿Cuál es la actitud adecuada para escuchar de forma activa?
Escuchar activamente es:
– Aprender a dejar de lado las propias emociones y experiencias para no generarte interferencias
– Mirar a la persona de frente, a los ojos, con la postura abierta
– Prestar atención plena, sentirte interesado en lo que te están contando y apartar cualquier elemento que pueda desviar la atención, como sería el móvil
– Callar y mantenerte callado mientras habla, permitiendo los silencios
– Empatizar con la situación que nos está contando, es decir ponernos en su lugar emocionalmente
– Comprender que la persona vive su situación de la mejor forma que sabe en cada momento
– Saber que lo único que necesita esta persona es tu escucha y tu silencio
Cuando una persona está pasando un momento difícil y necesita hablar con alguien de su sufrimiento, su malestar o su dolor, muchas veces se encuentra con la barrera emocional de la persona que ha escogido como oyente.
En el momento en que una persona nos habla de su situación, no siempre estamos en la mejor disposición para escuchar. Si es así, no pasa nada por que te sinceres con ella y le digas que tu también estás en un mal momento y que no puedes asumir la escucha. Generalmente, la persona se sentirá más agradecida por tu honestidad, que si le ofreces “los sobras” de una falsa escucha.
¿Qué son los “sobras” de la falsa escucha?
En una escucha activa «los sobras» son todo aquello que sobra a la hora de escuchar, es decir, frases lapidarias como..:
– Los consejos («haz esto, o ¿por qué no haces aquello?»)
– El solucionario personal (“Yo en tu lugar haría/diría…”)
– Las generalizaciones (“esto le pasa a todo el mundo”)
– Las comparaciones («a mi me pasó lo mismo»)
– El desprecio (“Eso no es nada. Lo mío fue peor”)
– Quitarle importancia («no es para tanto”)
– Querer desviar la atención («no pienses más en ello»)
– Los “ah, buenos” previos a las anteriores (“¡Ah, bueno! A mi también me pasó”/”!Ah bueno¡ no es para tanto”)
¿Te reconoces en algunas de ellas?
Cada persona tiene su momento
Para que tu escucha sea efectiva, debes, en primer lugar, sentirte tu bien. Si no es tu situación, se honesta contigo misma y con la otra persona.
El no estar abierta a escuchar en ciertos momentos, no te debe de hacer sentir culpable. Tu tienes tus circunstancias y debes de darles el reconocimiento que se merecen, ya que la prioridad siempre debes de ser tu.
Por otro lado, cuando necesitamos hablar y ser escuchados, es importante aceptar la responsabilidad de escoger a la persona adecuada que va a realizar la escucha, así que, presta atención a si esta persona está abierta a escuchar en el momento en que tu lo necesitas.
¿A qué le presto atención?
Cuando le estés hablando a alguien, si te percatas de que:
– La persona mira hacia los lados, con la cabeza gacha
– Hace expresiones raras con la cara
– Responde con sobras
– Está mirando el móvil
– Te corta para ir al baño
o cualquier otra conducta que te incomode, donde veas que no estás siendo atendido como necesitas y mereces, no pierdas más tu tiempo. Esa persona no está ahí para ti. Acepta que no es la adecuada y déjala ir, ya que, no solo no vas a recibir la escucha que requieres, sino que, además, te vas a sentir frustrado e incomprendido.
¿Cómo puede afectar una mala escucha?
Recibir una mala escucha despierta emociones negativas, como la frustración y la incomprensión, que suelen, muy frecuentemente, desahogarse con algún tipo de conducta destructiva.
Las conductas alimentarias como son el atracón, comer dulces o picotear son a las que se recurre con más frecuencia. Por este motivo, es esencial que observes y realices buenas elecciones en todo lo que decidas, y sobre todo, a quien escoges para que te escuche y acompañe.
Aprende más sobre la autoobservación con el artículo las dos piernas de tu autoestima.
*Si necesitas ser escuchada y no tienes a nadie, puedes llamar al Teléfono de la Esperanza. Las personas que atienden el teléfono están debidamente formadas y entrenadas para realizar una escucha activa sin juicios.
*Si has vivido alguna situación similar, y deseas compartirla de forma totalmente anónima en el blog, no dudes en enviarme un e-mail a info@anahuguet.com contándome tu historia. Muchas gracias.